Explorando los Sabores de Mérida
Había oído hablar de la belleza natural de Mérida: sus montañas majestuosas, sus ríos cristalinos y su aire fresco que parecía acariciar el alma. Pero mi viaje no solo fue para disfrutar de los paisajes; tenía un objetivo más dulce en mente: descubrir los secretos de los postres tradicionales de esta región. Día 1: Bienvenida a Mérida Llegué a Mérida en un día soleado. Las calles empedradas me guiaron hacia pequeñas panaderías y pastelerías. Mi primera parada fue en “Dulces El Nevado”, una tienda con más de medio siglo de historia. Allí, conocí a Doña Rosa, una mujer de manos hábiles y sonrisa cálida. Me contó sobre la “Torta de Leñadores”, un pastel de nueces y miel que se remonta a generaciones atrás. Me invitó a probar un trozo, y su sabor me transportó a la infancia. Día 2: En Busca del Quesillo Perfecto El quesillo es un postre emblemático de Mérida. Me aventuré a las montañas cercanas, donde encontré una pequeña finca. Allí, Don José, un apasionado quesillero, me enseñó su proceso. Me explicó cómo mezclaba la leche fresca con huevos, azúcar y vainilla, y luego lo cocía a fuego lento en un molde de aluminio. El resultado fue un quesillo suave y delicado, con un caramelo dorado que se derretía en la boca. Día 3: El Encanto de las Arepas Dulces Las arepas son parte esencial de la dieta venezolana, pero en Mérida, también las disfrutan como postre. En una pequeña fonda, probé las “Arepas Dulces de Anís”. Eran como pequeños discos dorados, crujientes por fuera y tiernos por dentro. El aroma a anís llenaba el lugar mientras las devoraba con una taza de café caliente. Día 4: El Misterio del “Suspiro Andino” Mi último día en Mérida fue dedicado al “Suspiro Andino”. Este postre es una mezcla de suspiro limeño y merengue. En una casa de campo, conocí a Doña Carmen, quien me reveló su receta secreta. Batía claras de huevo con azúcar hasta que formaban picos suaves, y luego agregaba un toque de canela y ralladura de limón. El resultado fue un suspiro ligero como una nube, que se deshacía en la boca. Regreso a Casa con un Corazón Dulce Mi viaje a Mérida fue más que una aventura culinaria; fue un encuentro con la historia, la pasión y la tradición. Llené mi maleta con dulces recuerdos y recetas escritas a mano. Ahora, en mi cocina, puedo recrear esos sabores mágicos y compartirlos con mis seres queridos. Mérida, con sus montañas y sus postres, se quedó grabada en mi corazón para siempre.